22 Mar 4th Sunday of Lent – Cuarto domingo de Cuaresma
As we began our Lenten journey 23 days ago, we never imagined that we would have to travel paths of renunciation, sacrifice, commitment and constant faith and hope.
This Lenten journey changed our comfortable and simple resignations, from not eating what we like, such as chocolate, beers, cigarettes, etc. To living in the limited space of our home, locked up, thinking of others.
Our sacrifices to come to Church were not changed by the torture of not going, and many of us miss being able to participate in a Church full of people, celebrating the sacrament of our faith, without having religious services, without sacraments. The biggest reason is our thinking of others. In this way our priorities, our schedules, our occupations became another way of life.
Today we can all say we have a commitment not to live in fear because of what happens in other countries. We may think that it can happen to us here, not hating others because they can harm us, because they can contaminate us, but rather we take care of our lives so as not to contaminate those we love the most and those who may be most affected. Maybe the economic part terrifies us, but it is necessary to help us see the truth.
We have asked for faith and hope and perhaps we can say that it is the opportunity to find ourselves with God in a personal relationship, to contemplate the world as something we want, and to which we belong. We want the entire planet to be clean of this pandemic that shakes us, measures us and challenges us.
With this experience, the liturgy presents us on this day with the history of the way that a God who chooses and calls those who are going to help Him build the history of salvation. As he anointed David, he anoints us from the day of our baptism. He is preparing us for a mission in the middle of our world and our society with attitudes of goodness, holiness and truth.
We find the Gospel John 9,1-41 where the whole plot reminds us that as God’s elect, as anointed by his mercy, each time is conducive to meeting Christ and He, using his spit and mud, grants us the gift of giving us back the vision. Learn to see the reality of being able to meet the true Christ in our lives.
We went from saying that it is life that gives us the vision, to telling the world that it was Jesus, we cannot convince the world and proclaim him prophet, almighty, until we come to recognize Him as the Messiah, the Son of Man and we reach him, and prostrate ourselves before Him to adore Him. In this way, we will be his disciples.
This whole pandemic can be an experience of faith, a journey of conversion, a way to reconcile ourselves, with others, with the whole world and, of course, with God himself.
Let us ask God to bless our time, our sacrifices, our commitments, our faith so that we can return to His home and celebrate His presence together in our lives.
I miss you very much, I would like to see you all in the Church and I hope that in the very near future we can do it.
Father Fernando Torres
Al comenzar nuestra jornada cuaresmal hace 23 días, jamás nos imaginamos que tendríamos que recorrer caminos de renuncia, de sacrificio, de compromiso y de constante fe y esperanza.
Esta jornada de Cuaresma nos cambió nuestras renuncias cómodas y simples, de no comer lo que nos gusta, como el chocolate, las cervezas, los cigarrillos, etc. A vivir limitados al espacio de nuestro hogar, encerrados, pensando en los demás.
Nuestros sacrificios de venir a la Iglesia no lo cambiaron por la tortura de no ir, y muchos extrañamos poder participar de una Iglesia llena de gente, celebrando el sacramento de nuestra fe, sin tener servicios religiosos, sin sacramentos. La mayor razón, pensando en los demás. De esta manera pasaron nuestras prioridades, nuestros horarios, nuestras ocupaciones a ser otra forma de vida.
Hoy todos podemos decir tenemos un compromiso, no de vivir en el miedo, por lo que pasa en otros países y podemos pensar que nos puede pasar aquí, no de vivir odiando a los demás porque nos pueden hacer daño, porque nos pueden contaminar, sino que cuidamos nuestra vida para no contaminar a los que más amamos y a los que pueden ser mayormente afectados. Tal vez la parte económica nos aterra, pero es necesario para ayudarnos a ver la verdad.
Se nos pide fe y esperanza, tal vez podemos decir que es la oportunidad de encontrarnos con nosotros mismos, con Dios en una relación personal, de contemplar al mundo como algo que queremos, al que pertenecemos y queremos que todo el planeta este limpio de esta pandemia que nos sacude, nos mide y nos reta.
Con esta vivencia, nos presenta la liturgia en este día la historia de la manera como un Dios que elige y llama a los que van a ayudarle a construir la historia de la salvación. Como ungió a David, nos unge a nosotros desde el día de nuestro bautismo y eso es, prepararnos para una misión en medio de nuestro mundo y nuestra sociedad con actitudes de bondad, santidad y verdad.
Nos encontramos con el Evangelio Juan 9,1-41 donde toda la trama nos recuerda que, como elegidos de Dios, como ungidos por su misericordia, cada tiempo es propicio para encontrarnos con Cristo y él, usando su saliva y barro nos concede el don de devolvernos la visión. Aprender a ver la realidad de podernos encontrar con el verdadero Cristo en nuestra vida.
Pasamos de decir que es la vida la que nos da la visión, para contarle al mundo que fue Jesús, no podemos convencer al mundo y lo proclamamos profeta, todopoderoso, hasta llegar a reconocerlo como el Mesías, el Hijo del Hombre y poder llegar a postrarnos ante Él para adorarlo. De esa manera seremos sus discípulos.
Toda esta pandemia puede ser una experiencia de fe, una jornada de conversión, un camino para reconciliarnos con nosotros mismos, con los demás, con el mundo entero y por supuesto, con el mismo Dios.
Pidámosle a Dios que bendiga nuestro tiempo, nuestros sacrificios, nuestros compromisos, nuestra fe para poder volver a su casa y celebrar juntos su presencia en nuestra vida.
Los extraño mucho, los quisiera ver a todos en la Iglesia y espero que en un futuro muy cercano lo podamos hacer.
Padre Fernando Torres